Ecofascismo: La madre naturaleza y la cultura indígena.

El Ecofascismo es un término acuñado para definir aquellas ideas o acciones dirigidas a mantener una supremacía de género, raza, capacidad, etc. haciéndola pasar por una intención de proteger el medio ambiente. Estas acciones o pensamientos, por parte de la mayoría de la población, son inconscientes ya que es la sociedad quien nos impone ciertas ideas, sin embargo en otros aspectos son muy conscientes: Cuando se señalan las problemáticas ecofascistas, es mucha la gente que no hace autocrítica porque la realidad es que sí que piensa que nuestras vidas valen menos que las del resto y se hace por un “bien mayor” que curiosamente beneficia al status quo. Quizá el Ecofascismo más sonado es el de las pajitas de plástico, una herramienta indispensable para muchísimas personas discapacitadas que se ha prohibido en varios países del mundo bajo la idea de reducir la contaminación, pero sin escuchar las necesidades de la comunidad que las usa. Esto supone que muchas personas discapacitadas pueden hasta morir por no tener acceso a esta herramienta, lo que en la mentalidad ecofascista son “daños colaterales”.

Imagen rediseñada de una de la cuenta de Instagram de @moldespablo (de su instahistoria destacada sobre pajitas) en la que se ve una tabla comparativa de todos los tipos de pajitas que existen y las posibles complicaciones que pueda haber, llegando a la conclusión de que las más seguras para la comunidad discapacitada son las de plástico.

No es de extrañar cuando algunos de los primeros atisbos respecto a lo que hoy conocemos como movimiento ecologista, se inicia con “rama verde” del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, más conocido como NSDAP o partido nazi, durante la Alemania de 1939 que tanto recordamos con miedo a que se repitan los mismos errores. Con esto no pretendemos decir, ni mucho menos, que el ecologismo es fascista de serie, sino más bien hacer inciso en que cualquier motivación, por muy buena y necesaria que parezca de primeras, puede verse afectada por ideologías nocivas para grupos vulnerables que acaban perdiendo su vida en el proceso de ese “bien común”. Esta realidad sería la más conocida, la más visible, pues forma parte de la Europa blanca y occidental que compone la mayoría de discurso legales y políticos al respecto de los movimientos sociales. Pero la realidad es que hay cientos de culturas no occidentales con proyectos ciertamente ecologistas (de respeto con la madre naturaleza y el desarrollo sostenible) que además de esto carecen de discursos que antepongan el status de unos pocos a las necesidades de sus congéneres más vulnerables. Así viajamos directamente a Abya Yala (nombre que recibe América desde el pueblo Kuna de Panamá), donde ya hemos hablado de cómo intersecciona el fascismo respecto al mantenimiento del Amazonas, acuciado por masacres con intenciones genocidas para robar las tierras a los indígenas.

Sobre #ecofascismo quienes mejor saben son les activistas #indígenas, en esta entrevista podrás conocer a Nia y su trabajo visibilizando esta y otras problemáticas #racistas

Es por ello que hemos decidido contactar con une activista indígena que puede hablarnos en primera persona de esta temática. Su nombre es Nia a le cual conocemos por su activismo ecologista en redes sociales (Intagram: @haluami) de quién hemos aprendido muchas cosas muy interesantes que creemos imprescindibles de cara a poder crear un movimiento realmente interseccional.

Autorretrato de Nia sobre un fondo blanco vistiendo una Lliclia o manta de colores vivos (líneas diagonales lilas, naranjas, azules, rosas y rojas) Nia se encuentra con el pelo negro suelto que le llega hasta el hombro y su flequillo abierto en el centro. Mira a la cámara con una expresión desafiante y rebelde. Es una imagen realmente bonita que transmite fuerza.

“Hay dos tipos de ecofascismo, el primero se define como la rama ecologista del partido fascista, el segundo es un tipo de ambientalismo, también conocido como ecologismo radical. Este ambientalismo defiende que no importa el efecto de una acción en los derechos humanos si contribuye a la conservación del ecosistema. Esta ideología suele pertenecer a un grupo particular: personas blancas, privilegiadas, no discapacitadas; que viven en ciudades, particularmente del norte global, pero hay casos en el sur global. Lo que sucede es que estas personas suelen ver el ambientalismo como una lucha por conservar un privilegio: plantean que hay que “salvar al planeta” cuando al fin y al cabo, es salvarles a elles, porque la crisis climática se vive en el presente y el problema es sistemático. El ecofascismo termina siendo funcional a las empresas siempre porque plantea que el problema está en la individualidad y le saca la responsabilidad a quienes verdaderamente causaron la crisis en primer lugar. Mucha gente sobre el coronavirus dice: “la tierra nos devuelve lo que le hicimos y se está recuperando, y si mata gente se lo merecen.” Ignorando que un 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero está a cargo de 100 empresas conocidas por explotar al sur global tanto al ecosistema como a las personas. No todes tienen la misma responsabilidad, y siempre son quienes menos emiten y dañan al medioambiente quienes sufren las peores consecuencias del cambio climático: los pueblos indígenas alrededor de todo el mundo. Un ejemplo de ecofascismo es que muches ambientalistas defiende que es necesario echar y desplazar a las comunidades indígenas de sus territorios para la extracción de minerales necesarios para una transición energética. Acá hay dos problemas: no se pide un cambio sistemático y se reproduce el extractivismo, en vez de cuestionarse la acción de las empresas y el consumo excesivo de energía de parte de las ciudades, se busca reproducir el sistema pero con otro tipo de fuente energética. Por otro lado, no se concreta una justicia climática real, las comunidades indígenas defienden la tierra desde hace siglos y sin embargo, la explotación de parte de las empresas y la crisis climática la viven peor elles. El ecofascismo solo reproduce la supremacía occidental.”

Nia, activista interseccional indígena

El colonialismo racista ha supuesto un cambio en todo el planeta, sin embargo el daño directo lo han soportado las culturas más machacadas por este sistema extractivista, por lo que ha afectado notablemente en su forma de vida y en su economía, llevando a los pueblos originarios a situaciones críticas tanto económicas como poblacionales y de abastecimiento de su población. Cuestiones como los Superalimentos o los cultivos a gran escala, han supuesto que se impida otros cultivos menos dañinos y originarios de las tierras colonizadas.

“Sí, toda la vida de urbanidad del norte está cargada de una superioridad moral colonizadora. Si bien estoy a favor del antiespecismo, es muy hipócrita como gente del norte global vegana consume productos agropecuarios del sur que destruyen las tierras indígenas por el sobre cultivo, le cuestan la soberanía alimentaria a múltiples naciones y hasta muchas de ellas requieren el uso de agrotóxicos. En chile hay sequías por la producción masiva de paltas. El problema del Norte Global es que no entienden que para que haya un cambio real es necesario cuestionar el sistema de producción y consumo excesivo, lo que no es un todo o nada. Hay gente que no puede dejar el plástico completamente y está bien, ahora el problema es que la gran mayoría puede, lo mismo con el consumo de energía y el consumo en general. Siempre hay excepciones porque vivimos en un mundo complejo pero lo que se está dando es un exceso que tiene a una región en sumo privilegio y a otra en suma explotación.”

Nia respecto al modelo de consumo y cultivo Occidental.

Para cambiar este modelo de pensamiento teórico, hay que apostar por los discursos del sur global y las formas de vida de quienes llevan siglos cuidando sus tierras, porque son quienes realmente saben cómo adaptar la vida humana a las necesidades de la tierra. Por ello nos parece impensable construir un discurso ecológico sin las personas más damnificadas del saqueo de Occidente, los pueblos indígenas.

“Debe reformarse la industria desde su base para que deje de ser extractivista y que el foco sea satisfacer necesidades humanas (no solo las básicas), no lucrar lo más posible. Exxon sabía que promover el uso de combustibles fósiles nos iba a llevar al lugar en el que estamos ahora y no les importó porque vieron billetes y se enfocaron en eso. Ir por el cambio individual no sirve de nada porque la crisis climática es una consecuencia del sistema capitalista extractivista.«

Nia respecto a cómo podríamos construir un discurso realmente interseccional

Hemos visto como muchas medidas que se hacían en la Europa occidental no protegían a muchísima gente vulnerable (personas sin hogar hacinadas, personas encarceladas en cárceles, CIES y psiquiátricos; campamentos de refugiados, etc.) lo que para la mayoría de les activistas interseccionales es una falta de empatía con los colectivos más necesitados propia de un modelo económico egoísta. Pero la cuestión es reformar estas ideas desde los cimientos y cambiar así la sociedad al completo.

“Voy a hablar desde mi vivencia con las comunidades andinas y particularmente del departamento de Apurimac en Perú de donde viene mi familia. Para nuestras comunidades la naturaleza es sagrada, es la que nos permite vivir y por eso creemos en una relación simbiótica con la misma. Explotar a la tierra solo nos termina destruyendo a nosotres. Hay toda una ancestralidad en cada elemento de la naturaleza que valoramos. También por eso las comunidades indígenas andinas trabajan con la agricultura y la rotación de cultivos. Saben cuidar la tierra, saben vivir en sociedad con ella sin necesidad de destruirla, por eso muches la defienden con su cuerpo.”

Nia, respecto a la naturaleza.

Así llegamos a la conclusión de que el modelo económico y social actual es completamente incompatible con la vida de nuestro planeta y la nuestra propia, sobretodo de los pueblos explotados y saqueados por Occidente, por lo que es necesario que cambiemos este modelo.

“Si, el capitalismo y el extractivismo piensan que el ser humano puede dominar a la naturaleza cuando es insignificante frente a ella. La segunda pregunta es muy compleja, porque depende de la ancestralidad de cada sociedad, por ejemplo no es lo mismo medio oriente que Abya Yala y a su vez, depende de la locación. Es imposible pretender que todo el mundo viva de la misma forma porque los ecosistemas son distintos. La urgencia principal es buscar detener las emisiones y el extractivismo, regular a las empresas y limitar el consumo sin hacerlo inaccesible a los grupos sistemáticamente oprimidos.”

Nos responde Nia cuando le preguntamos respecto al modelo socioeconómico que cree que podría mejorar la sociedad en su conjunto.

En el entorno feminista ocurre que mucho del activismo en beneficio de los animales o contra el cambio climático es abanderado por personajes públicos (por supuesto blancos) que además suelen ser opresivos respecto a otras compañeras y compañeres, ¿podrías decirnos alguna figura tuya o de tu cultura que aúne estos dos movimientos?

«El ecofeminismo es antirracista en su base porque nace de la intersección entre el patriarcado y la opresión de la crisis climática que la sufren principalmente mujeres racializadas de Abya Yala, África y Medio Oriente. Voy a tocar este tema con ejemplo en el futuro en mi cuenta, probablemente esta semana o la próxima.»

Nos responde para terminar con la entrevista, así que habrá que estar atentas y atentes a su cuenta para ver el vídeo.

Conclusiones

En la cultura ecologista es imprescindible pensar cómo afectan nuestros actos a las personas más vulnerables, que somos todos esos grupos que nos salimos del ideario del «capitalismo verde» que puede llegar a ser Ecofascista. No dejemos que un movimiento tan necesario como es el ecologismo, caiga en errores reaccionarios y fascistas que no pongan a las personas vunerables en el centro. Escuchemos a todas las personas que desde sus experiencias luchan contra los grandes propietarios, las industrias y el extractivismo asesino.

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