Lesbianismo y disidencia de género

Cada vez es más común leer sobre lesbianas no binarias o de género no conforme (GNC, del inglés Gender Non Conforming), sin embargo, esto no es un fenómeno novedoso. Un ejemplo ilustre es el de Leslie Feinberg, lesbiana trans no binaria autora de Stone Butch Blues, editado recientemente en castellano. Esta obra, de índole lésbica, pretende dar una breve explicación de las claves detrás de la relación entre el lesbianismo y las identidades disidentes de género.

La identidad de una persona intersecciona con todo su ser, por lo que es habitual que la orientación sexual, la raza o la discapacidad influyan de forma directa en cómo nos relacionamos también con nuestra identidad de género. No siempre va a influir en descubrirnos como personas no binarias, sigue habiendo mujeres lesbianas binarias, pero esta intersección favorece el no sentirnos cómodas y cómodes dentro de ese binarismo impuesto por la sociedad que pretende construir la disidencia sexual de nuevo como una forma de familia nuclear monógama que sirva al capitalismo.

La conversación sobre lesbianas no binarias es cada vez más frecuente. Sin embargo, esto no es un hecho novedoso, como es el caso de Leslie Feinberg, autora de #StoneButchBlues

La identidad

Un aspecto básico para entender la relación entre la orientación sexual y la identidad de género es el propio concepto de identidad. La identidad (individual) es el conjunto de rasgos propios de un individuo que lo caracterizan frente a los demás. Este es un concepto muy amplio y complejo, que incluye factores muy diversos, como la personalidad, los gustos y preferencias, las relaciones mantenidas con otras personas o la pertenencia a grupos, entre otros.

Todos estos factores no son cajas estancas, ni son todos igual de relevantes para la identidad en todas las personas, ni siquiera son igual de relevantes en dos momentos concretos de la vida de una misma persona. Por ejemplo, si una persona tiene un interés especial por los juegos de mesa, es probable que se relacione con otras personas con intereses similares y se sienta parte de una comunidad de jugadores de juegos de mesa, pero esto que puede ser muy relevante en su entorno social, probablemente sea irrelevante en un entorno laboral.

Es importante tener esto en mente ya que, a la hora de teorizar sobre la identidad, por motivos de orden y claridad, es frecuente hablar de partes concretas de la misma, como es el caso de la identidad de género, lo que puede dar la falsa sensación de que es un componente estanco y aislado del resto, nada más lejos de la realidad. La identidad se construye de muchas partes de nosotres mismes y se da forma a través de la autoestima y el autoconocimiento.

La #identidad es un constructo complejo con diversos factores muy interrelacionados entre sí, por lo que la #identidaddegénero no se puede separar del resto, más allá de fines explicativos

En el caso de la identidad de género, hay que considerar todas las imposiciones sociales que vivimos como consecuencia del sistema sexo-género, como la heterosexualidad obligatoria. En el caso del lesbianismo, la exclusión de los hombres de la vida sexoafectiva supone una ruptura muy importante con los mandatos de este sistema, pudiendo llevar no solo a una ruptura con el modelo de familia nuclear, sino con muchos otros aspectos de la feminidad tradicional, construida en torno al hombre.

Además, la clandestinidad a la cual ha sido sometida la homosexualidad, llevó a la construcción de unos códigos estéticos y de conducta propios para facilitar el reconocimiento entre lesbianas, muchos de los cuales han llegado a la actualidad, como todo lo asociado a los términos butch y femme.

El conjunto de todas estas disidencias con la norma de cómo debería ser una mujer socialmente, forman parte de la identidad de muchas lesbianas y, en algunos casos, pueden dar lugar a experiencias de género no conforme o de no binarismo. En definitiva, orientación sexual e identidad de género son dos conceptos diferentes, pero ambos pueden influenciarse entre sí por diversas vías.

La disforia

En algunos entornos, existe la creencia generalizada de que la disforia es un padecimiento exclusivo de personas trans con un género asignado al nacer opuesto al suyo. Esta creencia no solo es patologizante sino que es, además, errónea. Las primeras definiciones clínicas de disforia se encuentran basadas en el sistema sexo/género y no reflejan correctamente las experiencias que se supone que debería englobar y excluye vivencias de personas cis que sí podrían estar viviendo disforia.

Así pues, entendiendo la disforia como el estrés o incomodidad generado tanto a nivel corporal como social por el sexo/género, se puede entender que esta disforia puede ocurrir no exclusivamente a personas trans, sino a todas aquellas disidentes del sistema sexo/género impuesto socialmente.

En el caso concreto de las lesbianas, una experiencia que se da con relativa frecuencia es el rechazo hacia aquellas partes del cuerpo más erotizadas para el consumo masculino, como pueden ser los pechos, el trasero o los muslos. La objetificación de su cuerpo por parte de los hombres, que no desean como parte de su vida sexoafectiva, puede llevar a un rechazo hacia su propia corporalidad por atraer una atención no deseada. Incluso se puede llegar a desear rasgos menos estereotípicamente femeninos para salir del foco de la mirada masculina, de manera similar al relato clásico de la disforia en personas trans.

Lesbianas asignadas hombre al nacer

En el caso de las lesbianas asignadas hombre al nacer (AHAN), la intersección de estas dinámicas con la cisnormatividad genera una experiencia compleja que puede resultar bastante alejada de la narrativa trans socialmente aceptada de la mujer trans pretransición como una persona afeminada a la que le gustan los hombres. Esto dificulta mucho el proceso de toma de consciencia y asimilación de que no se es un hombre para las lesbianas AHAN, al menos en los casos en los que no hayan conocido a otras.

Las diferencias en las vivencias de lesbianas AHAN y otras personas trans AHAN es un tema relevante, pero no es el fin de este artículo, por lo que nos limitaremos a destacar que una de las principales barreras a superar en el caso de las lesbianas AHAN es la de la heteronormatividad, ya sea de manera directa, como en las preguntas empleadas tradicionalmente para limitar el acceso a tratamiento hormonal a personas trans, o de manera indirecta, por la ausencia de referentes a la hora de ser consciente de que se puede ser trans y lesbiana.

Conclusiones

La identidad es un concepto complejo con muchos factores interrelacionados entre sí. Por ello, no es infrecuente que algunas lesbianas, disidentes del sistema sexo/género, tengan también una percepción diferente del género en sí, pudiendo ser no binarias o de género no conforme. Es importante visibilizar también estas vivencias alejadas de la cisheteronorma, luchando por la generación de referentes y demostrando cada vez más lo innecesario y opresor del sistema sexo/género impuesto.

Bibliografía

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