Aviso de contenido: Utilización de insultos capacitistas y cuerdistas como ejemplo, mención a prácticas de violencia institucional y médica, etc.
Siempre tenemos los mismos debates cansados y repetitivos respecto a la importancia del lenguaje. Siempre estamos revisando cómo adaptarnos a las nuevas generaciones y a las nuevas revoluciones. Pero, como de costumbre ya, las discas y las locas somos las últimas en las que pensáis a la hora de articular vuestro discurso supuestamente radical.
No olvidemos que radical significa que va a la raíz del problema, que busca las raíces de cómo se mantiene la opresión para tratar de acabar con ella. Y que a día de hoy ser disca o loca sea considerado un insulto, es un claro signo de las raíces del odio hacia nosotras. Las palabras tienen su significado, no importa que las uses con un significado inventado, porque van a seguir significando lo que significan. Y más aún cuando lo que usáis como insultos era hace dos días, como quien dice, una etiqueta clínica que se usaba en forma de violencia institucional contra nosotras. E incluso a día de hoy aún se siguen usando como etiquetas algunas de ellas en casos concretos.
El #Capacitismo y el #Cuerdismo forma parte de nuestro lenguaje y es hora de cambiar cómo hablamos de otras compas y otras realidades.
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Etiquetas Clínicas
Cuando se habla de la institución sanitaria, es necesario hacerlo desde la idea de reformarla desde sus cimientos para crear una institución que realmente se ocupe de las problemáticas que nos afectan a la salud desde una óptica social y habiendo eliminado capitalismo y todas esas barreras que añaden tanto sufrimiento a tantas personas. La institución sanitaria no es, ni ha sido nunca, una institución imparcial y alejada de la sociedad y los prejuicios de esta. Muestra de ello son las etiquetas clínicas que se han utilizado históricamente pero también en la actualidad: La Histeria Femenina, la Patologización de la comunidad queer en su conjunto (que aún se mantiene con las personas trans e intersexuales), la utilización del capacitismo y la construcción de la inteligencia para minusvalorar a la comunidad racializada (haciendo pasar como científico la creencia de que las personas racializadas eran menos inteligentes), etc. No podemos ignorar que la institución está integrada y creada por personas que tienen prejuicios y que van a reflejarlos en sus conclusiones inevitablemente.
Así nos encontramos que se utilizaban como etiquetas clínicas términos como «tonto», «retrasado», «imbécil», «idiota» o «estúpido» hace menos de cien años en varios ámbitos sanitarios y que esos médicos aún a día de hoy siguen vivos y algunos siguen ejerciendo. Este discurso ha dejado una impronta social que hace que actualmente sean insultos de uso genérico por toda la población, incluso son insultos «permitidos» dentro del lenguaje de los más pequeños, generando que crezcan creyendo que son insultos menores e infravalorando el capacitismo que impregna nuestra sociedad. A continuación os dejamos algunos ejemplos para que podáis verlo, son capturas de pantalla de la versión online del diccionario de la real academia española, que refleja el uso de estas palabras, no el significado que queráis darle para quitaros cargo de conciencia.
Obviamente estos términos no son los únicos que a día de hoy se utilizan como insulto y tienen consigo una carga política capacitista muy fuerte, podríamos estar aquí hasta mañana enumerando todos aquellos insultos que decimos en nuestro día a día y que son una lacra para todas las personas discas y locas que peleamos contra los estigmas hacia nuestras realidades. El capacitismo no es una lucha de segunda, nos negamos en rotundo a que se siga infravalorando nuestro sufrimiento solo porque consideráis menor meteros con nosotras.
Sin embargo con el colectivo loco, la utilización de términos clínicos de forma coloquial ha llevado incluso a ridiculizar etiquetas que para muchas personas generan muchísimo sufrimiento. Pensamos por ejemplo en la frivolización del término «Borderline» que originalmente hacía referencia a las personas (la mayoría mujeres) que viven con Trastorno Límite de la Personalidad, pero por culpa de la serie «La que se avecina» ha llegado a un extremo que ese término se ha ridiculizado al extremo y no se toma en serio a las personas que viven esta realidad. Pero no es el único término que ha sufrido esta banalización al absurdo, ocurre lo mismo con el término «autista» que es bastante habitual que se use contra las personas que son introvertidas o que no socializan de la forma esperada, esto ha conllevado a que no se tenga en consideración las realidades de toda la comunidad autista y que no se crea a muchísimas personas que lo son por no encajar en el estereotipo. Y otro ejemplo similar a esto, es el término «loco/a» que ha sido usado contra muchísimos grupos vulnerables como forma de patologización llegando un punto en el que cualquier persona que realmente es loca, no se siente segura admitiendo que lo es. Ya sufrimos múltiples violencias derivadas de estas etiquetas diagnósticas que a día de hoy utilizas como muletilla o como broma con tus amigues como si no fueran una impronta de una violencia sistémica arraigada en nuestra sociedad.
La Alienación
Obviamente no podemos ignorar que la utilización de este vocabulario no es capricho individual de cada persona, es una construcción social desde la cuna. Una imposición de lo que se debe respetar y lo que no. Igual que a día de hoy rechazamos tajantemente desde la mayoría de espacios revolucionarios utilizar insultos misóginos, racistas o lgtbifobos; va siendo hora de repensar cómo nos comunicamos y cómo hablamos sobre la discapacidad. Parece una minucia, pero la realidad es que estos mensajes calan en nosotras hasta el punto de que nuestra autoestima se ve dañada. El valor que tenemos como personas no se mide por la opinión ajena, pero esta opinión nos afecta a todas y a todes en mayor o menor medida. Cuando se puede cambiar la forma de dirigirnos a la disidencia, es necesario hacerlo, para evitar las tasas de violencia que se comete contra nosotras. Una mentira repetida hasta la saciedad, puede ser vista como una verdad por mucho que no lo sea. Y eso es lo que se genera con la realidad disca y loca. Si nos repiten hasta la saciedad que somos insultos y que nuestro valor no es suficiente para replantearnos cómo funciona el mundo, acabamos por creernos que nuestro sufrimiento no es suficiente o que exageramos cuando algo nos molesta.
Esto genera que muchas de nosotras no nos sintamos suficientemente a gusto para reclamar que no se utilicen según que palabras en algunos espacios, al igual que muchas personas LGTBIA pueden tener miedo de reclamarle a sus familias que no usen maricón como insulto, por si eso hace que sepan que es queer. La diferencia es que de nosotras ya se suele saber que somos discas, pero tememos que si señalamos estos comportamientos, se nos expulsará de nuestros espacios seguros por «molestar con tonterías» (término capacitista utilizado a drede). Al final esto se convierte en una cosa que nos genera muchísimo malestar pero que nos da miedo señalar por las diferentes violencias que pueda acarrear. Una sevidora ha llegado a tener ataques de ansiedad por ver en grupos que se suponen seguros términos o insultos capacitistas intrumentalizados contra compañeras o contra cualquier otra persona. No es una nimiedad, no es algo menor, es un abuso de poder dentro de la dicotomía disca y loca frente a la gente «sana» y forma parte del camino que se debe seguir para considerarte no capacitista.
Obviamente no solo las personas «sanas» utilizan estos insultos, nos ha calado a toda la sociedad y es casi imposible que no se nos cuele alguna expresión problemática, esto es debido a la alienación del colectivo, que en parte es consecuencia de que creamos que nuestras problemáticas no son importantes. Es consecuencia de un sistema que prioriza unas luchas que considera más cómodas por encima de otras que tal vez nos haría replantearnos absolutamente todo. Empezando por los cuidados.
Conclusiones
No podemos pretender decir que la lucha feminista, ni ninguna otra, es interseccional cuando se nos sigue dejando fuera de todo. Se ha tratado el tema del vocabulario misógino y cómo influye éste a cómo percibimos la sociedad, y sin embargo con el capacitismo y el cuerdismo no ocurre lo mismo. Nos costó décadas que se dejara de utilizar «minusválido» y aún en ciertos sectores se sigue utilizando como un término válido cuando hace muchos años que se ha retirado de los términos correctos. Si la forma en la que se dirigen a nosotras de forma «profesional», ¿cómo vamos a cambiar la percepción de toda la sociedad respecto a la discapacidad y la locura?
La realidad de nuestras identidades ha sido manipulada y frivolizada hasta el extremo con tal de crear una jerarquía que pone en el centro a la parte de nuestra comunidad que considera más cómoda, mientras que el resto somos ignoradas para evitar que rompamos con los esquemas capacitistas y cuerdistas que sustentan los cimientos del capitalismo.
Bibliografía:
- «El Cuerpo (y la mente) del delito» de Ariana Alonso Celorio
- El Mérito de la Disidencia de Ariana Alonso Celorio
- Identidad Fantasma de Ariana Alonso Celorio
- “Modelo Social de la Discapacidad” de Ariana Alonso Celorio.
- “Movimiento Queer-Crip: Nada sobre nosotras, sin nosotras.” de Ariana Alonso Celorio.
- “Sexo y Capacitismo: Guía Práctica” de Ariana Alonso Celorio
- “Sexo, herramientas de movilidad y orgasmos” de Ariana Alonso Celorio
- Orgullo Disca. (Conjunto de varias charlas sobre discapacidad que hemos impartido este verano.)
- Discapacidad y Rebeldía: Nos hemos cansado de tutelaje de Ariana Alonso Celorio
- Paredes de Cristal: Discapacidad y Trabajo de Ariana Alonso Celorio
- Darwinismo Social y Capacitismo de Ariana Alonso Celorio
- Capacitismo gestacional: una forma de eugenesia de Ariana Alonso Celorio
- “Esterilizaciones Forzosas.” vídeo de Youtube de Ariana Alonso Celorio
- La Teoría de las Cucharas de Julia Verde Ciria
Mi concepto de borderline estaba equivocado. Gracias.
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