Cuando hablamos de la discapacidad se suele ir más al entorno laboral, por lo que sobretodo se incluyen a personas adultas, pero los menores también conviven con diversas discapacidades que pueden vulnerar los derechos básicos de la infancia. Es por ello que queremos hablar de diversas problemáticas que afecta a menores en relación con la discapacidad.
Hablar de #Discapacidad en la infancia se suele hacer desde el paternalismo, pero también es necesario analizar la situación de los menores respecto a la #Discapacidad
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Falacia de los Menores Cuidadores.
En el artículo sobre Modelo Social de la Discapacidad ya hablamos de esta problemática, sin embargo, nos gustaría ahondar en las condiciones materiales que llevan a esta situación.
La idea extendida de que los menores de padres o familiares discapacitados deben madurar antes o encargarse de cosas no propias de su edad no es más que un prejuicio para justificar las desigualdades materiales que llevan a estos menores a necesitar ayudar a sus familias. Al igual que en el supuesto de que las mujeres maduramos antes que solo sirve para justificar que se nos sexualicen o que nos utilicen para determinadas prácticas misóginas, es una falacia en sí mismo. Ni maduramos antes ni los menores pasan a ser padres, esa es la idea que tiene la sociedad, no la realidad de nuestras vidas.
Los menores de progenitores discapacitados, al igual que cualquier menor, ayudan a sus familiares desde el cariño y la responsabilidad de que es su familia. Sin embargo, esta responsabilidad no difiere demasiado de los menores que ayudan con las tareas domésticas (dentro de sus posibilidades) pues también se hace como una cuestión práctica (en este caso para enseñar al menor) y no como una inversión de los roles de cuidados. La creencia de que esto supone una alteración de los papeles de progenitores y menores ocasiona que muchos de estos menores sean separados de sus familias sin atender a necesidades reales, por el simple hecho de que la persona a cargo es discapacitada.
Esto supone que muchos menores se vean en el sistema de protección de menores, sin ningún motivo real. Mientras sus familias luchan para recuperarlos y pasando auténticas calamidades. Todo por prejuicios sobre la discapacidad que no obedecen a ninguna realidad material.
Maltrato en Menores discapacitados.
Sabiendo que la situación de la discapacidad ya supone una vulnerabilidad añadida a la situación de la infancia, los medios que se dan a las familias también pueden acarrear estrés, ansiedad y depresiones que facilitan la violencia de padres o tutores contra los menores discapacitados.
Los tutores de menores discapacitados a menudo ven como las necesidades de sus hijos o familiares no son cubiertas por ninguna entidad pública, lo que implica que si son de clase baja, no tendrán acceso a esas herramientas que pudieran facilitar la vida al menor. Así se crean inseguridades, frustración, insatisfacciones y focos de violencia que puede desencadenar en maltrato hacia estos menores, simplemente por incapacidad para darles las herramientas necesarias para su vida.
Exponiendo estas razones no pretendemos en ningún momento justificar la violencia, lo que buscamos es es centrarla en el foco del problema, que sin duda es la sociedad que nos priva de las herramientas necesarias para vivir nuestras infancias en pleno uso de nuestros derechos. Ser menor ya de por sí implica una vulnerabilidad tremenda ante la maldad de otras personas, pero cuando no es maldad, cuando es simple y puro desconocimiento de las formas más adecuadas para cuidar y hacer de progenitor con un menor discapacitado, no podemos ignorar la raíz del problema.
Violencia Sexual a Menores Discapacitados.
Además de la violencia física o psicológica hay otra forma de ejercer violencia sobre estos menores: la violencia Sexual. Pero el mayor problema que existe en relación a esta violencia es que muchos menores discapacitados no saben identificar que eso haya sido abuso por dos razones fundamentales:
1-Lo asemejan con el trato clínico.
Los menores discapacitados han sufrido una despersonalización tal durante sus visitas habituales a los hospitales, que han asumido que esa despersonalización es normal, lo que dificulta a que sepan diferenciarlo de un abuso sexual por parte de cualquier persona. Que no se tengan en cuenta tus deseos o que ni siquiera se te pida permiso para explorarte en el médico, vulnerando así tus derechos como paciente, no solo constituye un delito si no que fomenta que el menor desconozca que ser tocado de determinada forma, no es adecuado.
Por supuesto esto se interrelaciona con la nula educación sexual que reciben estos menores: si no saben que cierto contacto o aproximación es sexual, no pueden saber que están abusando de ellas o ellos. Por ello es fundamental una educación sexual integral que facilite no solo que esos menores identifiquen los abusos, si no también que puedan vivir su sexualidad libremente y siempre protegidos.
2-Baja Autoestima.
Este es un ingrediente que suele coincidir en todos los menores que son abusados, la sensación de ser menos apto que el resto de niñas o niños, pero con menores discapacitados este proceso se amplifica como si de una lupa se tratara.
La discapacidad es construida bajo el supuesto de minusvalía que ha sido eliminado por la lucha discapacitada, que ya describía la imagen que la sociedad imponía en nosotras, la de que somos menos valiosas simplemente por ser discapacitadas. Así es cómo se construye la autoestima de los menores, y cómo estos se ven a sí mismos, creando una vulneración al instaurar en sus mentes que lo que les pase no importa, porque tienen menos valor que el resto de la sociedad. Por ello, estos menores no denuncian los abusos por que no los ven como tal y en el caso que lo identifiquen como abusos porque creen que los abusadores gozarán de impunidad.
Conclusiones
Al final los menores son un grupo vulnerable a múltiples violencia, y es desde el feminismo (entre otros grupos dee revolución) desde donde necesitamos hablar de sus problemáticas y empoderar sus necesidades, y enseñar a los menores a identificar los abusos, que sean como sean no son erróneos, que nadie tiene derecho a hacerles daño y que, si se lo hacen, hay formas de protegerles y que deben decirlo para poder hacer algo. Al igual que intentamos hacer con las mujeres, no sólo es necesario enseñar a los menores, si no también a las instituciones a respetar los límites de la infancia, necesitamos que los profesores y profesoras fomenten el respeto y no teman denunciar si creen que un menor sufre abuso, que los especialistas médicos nos respeten y pregunten en todo momento antes de acceder de forma médica a nuestro cuerpo, que la familia no presione a los menores para dar muestras de cariño si no lo desea y que, si no desea esas muestras de cariño, investiguemos sin atosigar el motivo del rechazo. Proteger a la infancia es una de las necesidades aún pendientes en la sociedad actual y una de las principales cuestiones en la agenda feminista.
Bibliografía
–“Encuentros con Desconocidas: Feminismo y discapacidad” JENNY MORRIS, Narcea Ediciones, (4 nov. 1997).
– Jenny Morris (1991), “Pride Against Prejudice”
– Carol Gilligan (1982), “In a differente voice”
– Aldridge y Becker (1993), “Children who care: Inside the world of young carers”
-The Maternity Alliance (1993), “Mother Pride an Others´Prejuices: A survey of disable Mothers´experience of maternity”