Los últimos días, de la mano de varias asociaciones de migrantes, estamos observando como se está movilizando por fin una campaña contra lo acontecido los últimos meses en Huelva. Donde un grupo de mujeres que trabajaban recolectando fresas fueron agredidas sexualmente por parte (presuntamente) de sus superiores de Moguer (Huelva).
El suceso no es solo horrible y resultado de una cultura racista y patriarcal, donde un grupo de hombres (pues no es el primer caso que se da en estas plantaciones) se han visto con el poder de violentar a unas compañeras por el hecho de que su situación las convertía en vulnerables, sino que es también abominable que solamente cuando las asociaciones de migrantes han plantado cara haya sido cuando por fin se han organizado marchas por la dignidad más básica de estas trabajadoras. Ninguna asociación de mujeres (que nosotras hayamos visto, al menos) ha querido plantar cara a la situación y no nos hemos lanzado a la calle, como sí ocurrió el pasado mes de abril con el caso de La Manada.
En este caso no solo se han violado los derechos sexuales de estas mujeres, sino también su propia dignidad al tener unos requisitos de contratación que gritan machismo por todos los poros.
La patronal fresera establece el cupo de trabajadoras y requisitos que deben cumplir y la ANAPEC hace la selección. Son varios los requisitos imprescindibles para su contratación: ser mujer (supuestamente porque su delicadeza es más adecuada para la recolección), ser originaria de un medio rural, tener experiencia en la agricultura, estar casada (con carta de autorización del marido), divorciada o viuda y poderlo justificar, y como requisito más importante: tener al menos un hijo menor. Todos estos requisitos hacen que estas mujeres tengan una dependencia en su lugar de origen que las hará regresar al acabar la temporada o también según los testimonios de las afectadas divorciadas o viudas, se negociaban matrimonios con lugareños para que ellas tuvieran sexo con ellos y realizarán las tareas domésticas, entre las afectadas se encuentra una mujer que fue agredida física y sexualmente por uno de estos hombres. Dicho de otra forma, la empresa se aprovecha de la vulnerabilidad de estas mujeres. La investigadora marroquí Chadia Arab confirma en su investigación que estos son los requisitos que aplica ANAPEC en la selección de mujeres. El Gobierno español no lo desmiente y la realidad se impone: todas las mujeres temporeras cumplen este perfil. La Mesa de Integración, que engloba varias ONGs, denunció en su informe de 2017 que un 30% de las viviendas de las temporeras no cumplen las condiciones mínimas de habitabilidad. Las voces de denuncias que se levantan no son oídas y en muchas ocasiones son acalladas en pos del desarrollo económico de la zona. Los y las sindicalistas del SAT acumulan en su experiencia durante estos años numerosas amenazas por parte de la patronal en su intento de informar a las temporeras de sus derechos.
En estas condiciones de explotación laboral y vulnerabilidad de los derechos de las mujeres, se han producido recientemente las denuncias por acoso laboral y sexual a un empresario fresero por parte de un grupo de temporeras marroquíes. No es la primera denuncia que se interpone y ya existen sentencias de la Audiencia Provincial de Huelva condenando a otros empresarios por delitos sexuales y contra la integridad moral de las trabajadoras. Hablamos de que en pleno alzamiento del #YoSíTeCreo no se ha hablado de este caso con la relevancia que se debería. Se ha pasado por alto, de puntillas y en silencio como si estas mujeres no importaran. Y para nuestra sorpresa, en muchos casos, el problema es precisamente que no les importa que hayan sido violentadas porque son inmigrantes. Todo un sistema racista y patriarcal nos empuja a pensar que ellas se lo han buscado, que no hubieran venido a trabajar aquí ¿no? Mientras que precisamente las condiciones que pide la empresa harían imposible que cualquier otra persona en condiciones legales de contratación trabajara para éstas.
Desde Rebelión Feminista hemos querido esperar un poco a realizar este comunicado con la esperanza de que la situación cambiara y que simplemente tardaran un poco en convocar las manifestaciones consecuentes a la situación. Pero al ver que la movilización ha sido por parte de colectivos migrantes, no podemos sino morirnos de la vergüenza de que el Movimiento Feminista español solo respalde a las mujeres blancas, cis, sanas y, en definitiva, a las que su feminismo no molesta. Estamos seguras de que no somos la única asociación que se siente avergonzada por la nula actuación ante este caso y no nos vamos a quedar calladas mientras mujeres son violentadas en lugares de trabajo precarios.
El Feminismo o lucha por todas, o no va a liberar a ninguna.